Banda de Música Ntra.Sra.del Castellar

Si bien su primera aparición en público tiene lugar el 19 de marzo de 1887, festividad de San José, data su constitución del año 1881, de la que fue fundador D. Jesús Prieto Pérez, oriundo de Villatobas, persona en quien tiene su origen en esta población la familia de su apellido desde su principio vinculada a la música, de tal modo que el concepto de palabras sinónimas encuentra en este caso —familia Prieto y música—.


Apenas iniciadas sus actividades asume su dirección D. Jesús Prieto Escribano, varón primogénito del fundador, en el que coincide una identidad de carácter y cualidades, el que a la sazón contaba la edad de dieciocho años. Su juventud y entusiasmo imprimen a la reciente organización musical un ritmo de superación y progreso que pronto la hacen merecer un elevado concepto y nombradía, adquiriendo extraordinaria resonancia en el período de los años 1900 a 1925.

Lo demuestran las innumerables actuaciones que, con un carácter de continuidad, tienen lugar en muy distintos pueblos, entre otros los de Villaconejos, Villamanrique de Tajo. Tribaldos, Alcázar del Rey, Torrejoncillo del Rey, Yepes, Cabañas de Yepes, Ciruelos, etc., destacándose las que tienen lugar en Chinchón, Huete, Uclés y Carabanchel Bajo (Barrio del Terol).
Se registra como distinguida, en dicho período, la correspondiente al recibimiento dispensado por nuestro vecindario a el Rey D. Alfonso XIII a su paso, en ocasión de viaje, por la estación férrea.

El obligado cumplimiento de los deberes militares —año 1890— motivan la eventual privación de su calificado Director, el que en razón a su destacada aptitud y méritos pasa a formar parte de la Banda del Regimiento de Infantería Wad-Ras, en Madrid, con la categoría de Músico de 1ª (Bombardino Principal), siéndole conferidas las funciones de Subdirector de la misma, volviendo a reintegrarse, tras su período de milicia, a sus tareas de dirección con el mismo cariño y entusiasmo. Prosigue ininterrumpidamente hasta que, por su imposibilidad física y el peso de su años, se ve en la necesidad —a los 75 de su edad— de tener que declinar el cargo.

El Ayuntamiento en premio a su meritísima labor y como testimonio de la distinción y reconocimiento de que era acreedor, se le rinde un cálido homenaje, haciéndole entrega de una artística batuta de dirección como símbolo de admiración, cariño y gratitud.
Apartado de toda actividad, su espíritu mantiene firme la ilusión y cariño hacia su Banda que en perfecta conjugación con su gran devoción y amor a la Virgen del Castellar. Fallece el 8 de septiembre de 1946, distinguida circunstancia a tenor de tan memorable coincidencia.


Al producirse la vacante, pasa a ejercer las funciones de D. Hermenegildo Prieto Escribano, hermano de su antecesor, del que fue íntimo y valioso colaborador desde su principio. Apenas transcurridos dos años y dada su avanzada edad, se ve en la imposibilidad de poder continuar en el ejercicio de su cargo, lo que no impide que continué prestando la colaboración que su edad y situación le permiten.
Toma entonces a su cargo la Banda —año 1947— a raíz del fallecimiento del que por tantos años fue su más caracterizado regente, su hijo D. Julián Jesús Prieto Pérez.
Su todavía joven edad, especial preocupación y gran entusiasmo constituyen el impulso decidido que empuja a la Banda hacia una nueva etapa de superación y apogeo. Vuelven a iniciarse sus actuaciones en diversas y numerosas poblaciones — Colmenar de Oreja, Villatobas, Noblejas, Villamanrique de Tajo, etc.. revistiendo carácter destacado su presentación al Concurso de Radio Madrid y su actuación en la Base Aérea de Villatobas, obteniendo en todos los casos la más elogiosa referencia.


Después de la larga y benéfica era de los Prieto, les llegó el turno de la responsabilidad directora a D. Francisco Sánchez Escribano, el primero en afrontar la realidad de tener que pisar un terreno difícil para quien no tuviera experiencia de dirección. No se asustó Paco, que empuñó la batuta con decisión y condujo a la Banda por caminos más atractivos para la juventud: la masculina y por primera vez la femenina.

Su sucesor, D. Bienvenido Cámpos, siguió esa línea de actuación hasta ser sustituido por D. Jose Antonio Campos, quien ya ha demostrado ampliamente su ambición artística y sus cultivados conocimientos musicales. En cierto modo, la historia de sus directores es la historia de la propia Banda.

Expuestas hasta aquí la semblanza y particularidades de sus directores, entremos a hacer referencia, al menos en parte, de las meritorias circunstancias y detalles que la caracterizan.
Hombres de la más variada condición social —empleados, labradores, albañiles, artesanos, industriales — son, desde su principio, el cuadro o plantilla de sus componentes, que tras el esfuerzo, grandioso en no pocos casos, de sus trabajos y tareas cotidianos, han sabido sacrificarse, sin regateo alguno, para adquirir la formación y conocimientos precisos, sin otro afán o interés que su amor a la música.


El 6 de mayo de 2000, Villarrubia quedó sembrada de medallas. Fue como si una lluvia de estrellas hubiese caído mansamente del cielo para ir a posarse en las pecheras de los músicos. La Casa de la Cultura, abarrotada de público, aparecía más deslumbrante que nunca. Se iba a celebrar un acto extraordinario, un acto de gala, de esos que dejan huella en la memoria. Se organizaba, aunque con unos años de retraso, un homenaje a la Banda de Música por sus más de cien años de historia -119-.

Resultaba inexcusable hacer una presentación con un resumen biográfico de cada uno de los siete directores que ha tenido la Banda, y una síntesis de lo acontecido desde su fundación.
Montserrat de la Nieta leyó el texto preparado para esa finalidad. Fue relatando lo más característico de cada uno de los directores, de Jesús Prieto, el fundador, a su hijo, su nieto, y su otro hijo, el señor Merejo…….

Destacable la puesta en escena del melodrama "Trompetas tatuadas", expresamente escrito para este homenaje, fue el decorado de Lumi Lorenta. No obstante, el argumento de la comedia fue captado por las madres de músicos que habían pasado por trances parecidos: ver que sus hijos, que trabajaban en la capital, o hacían el servicio militar, no podían venir a su pueblo para divertirse y tocar en los días de las fiestas, o se veían obligados a marcharse cuando estaban en todo su apogeo.

Los momentos de mayor emoción estaban por llegar. Llegarían con la entrega de las medallas. El mínimo orden establecido para la entrega de las medallas quedó roto desde el instante mismo en que el primer músico retirado, llamado por la megafonía, subió al escenario, que rápidamente quedó lleno de músicos con uniforme y sin él, músicos de todas las edades -pasado y presente unidos-, que se felicitaban, se abrazaban, todos orgullosos de sus medallas. Juntos, habrían formado una Banda de unos noventa ejecutantes. Tampoco fueron olvidados los difuntos, a los que sólo era posible, como se hizo, dedicarles un recuerdo agradecido.

El Delegado de Cultura de la Junta de Comunidades de Castilla La Mancha, D. Santiago García Aranda, acompañado del Alcalde de Villarrubia y los de otros pueblos vecinos, así como directores de bandas invitados, fueron los encargados del reparto de los galardones.
Los aplausos eran casi continuos. Como estaba previsto, el concierto culminó con la descarga de una nube de pétalos de rosas sobre el escenario, es decir, sobre los que lo ocupaban, lo que produjo un entusiasmo delirante, con los músicos y el público puestos en pie, en medio de una cerrada ovación.


Las medallas fueron diseñadas por un importante artista barcelonés, y acuñadas por una fábrica de prestigio internacional, también barcelonesa. El artista acertó a realizar una pequeña, pero auténtica, obra de arte.
Familiares de músicos se afanaron en reunir uniformes antiguos que, junto a instrumentos en desuso, fotografías, diplomas y los grandes bocetos originales de las medallas, montaron una interesante exposición en el vestíbulo de la Casa de la Cultura.


A lo largo de su historia, su autonomía e independencia han representado una de sus más especiales características, pues al no formar parte ni depender de ningún organismo oficial, no ha contado con otros medios para su sostenimiento que el producto de sus actuaciones, insuficiente en mucho al orden de sus necesidades, éstas de consideración solamente con citar las relativas a la reparación y reposición de instrumental y su uniformidad. Queda por tanto descartado todo objetivo o sentido económico. No obstante las subvenciones por parte del Ayuntamiento, han sido de indiscutible utilidad y auxilio.

Bien merece nuestra Banda de Música, por lo tanto, la dediquemos nuestro apoyo y atención, en todos los órdenes, pues si su brillante ejecutoria e historial constituyeron y constituyen un hito de enaltecimiento para Villarrubia, sepamos a tal honor, corresponder agradecidos con el orgullo de villarrubieros.


Homenaje a Mi Tierra
Dedicado al pueblo de Villarrubia de Santiago
Letra y música.-Jesús F. Pino y Francisco Sánchez-Escribano



Fuente: Libros de Fiestas Patronales 1961 y 2000

Los Marqueses de la Corona



Creo que todos los villarrubieros con un poco de curiosidad por la historia de nuestro pueblo nos hemos interesado al oír hablar de esta familia, aunque siempre como si fuera un cuento, una leyenda llena de misterio y anécdotas protagonizadas por Doña Paula Guazo Martínez Atienza, Marquesa viuda de la Corona. Vamos a situarnos en los orígenes de estos nombres.


Don Fernando Patiño y Carrasco, V Marques de la Corona (1845-1922), era hijo de Don Ramón Patiño y Ramírez de Arellano, primer Caballerizo del Rey Don Francisco de Asís, hijo tercero del IV Marques del Castelar y de Doña María de los Dolores Diego Ramírez de Arellano. Don Ramón era vecino de Chinchón donde se casó con Doña Clara Carrasco Carbonero de Villarrubia de Santiago (propietaria del monte que lleva su apellido, el Monte Carbonero y de la casa de campo que todos conocemos con el nombre "casa de Doña Clara", entre otras muchas propiedades); hija de D. Alvaro Carrasco Quiñones de Benavente y Doña Benita Carbonero, parientes lejanos de la familia Lara Serrano.


Como comenté en el capítulo "Una Mezquita - Iglesia de San Pedro", es posible que a través de algún antepasado, don Fernando Patiño, heredara esta iglesia respetando la capellanía con sus actos religiosos hasta principios del siglo XX.

Antepasados de Don Fernando Patiño, fueron José Patiño, Ministro italiano al servicio de Felipe V (1656-1730) hermano de Baltasar Patiño, III Marqués de Castelar, varias veces Ministro de Felipe V. Creó en 1716 el catastro que lleva su nombre, registro de patrimonios y rentas de Cataluña, para el reparo del cupo Tributario de la Corona.

El éxito fue tal, que Patiño fue nombrado Intendente General del Tribunal de Contratación de las Indias (1717). Gracias a Patiño y a sus servicios, Carlos III se pudo situar en el Trono de Nápoles.

Por otro lado Carlos III concede por primera vez el título de Marqués de la Corona a Don Francisco Carrasco de la Torre (1769).

Como podemos ver el acercamiento de esta familia hacia los borbones españoles era considerable. Así podemos ver que el título de Marqués de la Corona llega a Don Fernando a través de su madre Doña Clara Carrasco y Carbonero.
En 1876 don Fernando Patiño y Carrasco Marqués de la Corona, contrae matrimonio con Doña Concepción Juez Fernando y Bañuelos, de esta unión nace una hija, Mercedes Patiño y Juez Sarmiento.

Doña Concepción fallece el 30-08-1905, por aquel entonces Mercedes tiene la edad de 27 años, pero su salud es precaria. Don Fernando cuenta ya con 60 años de edad y dedica todos sus desvelos a los cuidados de su hija, hasta el punto de contratar a una "joven" profesora de piano para entretener a la chica, Paula Guazo Martínez Atienza, la cual permanece en la casa constantemente para estos menesteres.


El 25 de Marzo de 1912 y con 18 años de edad, Paula contrae matrimonio con el señor Marqués que contaba ya con 67 años. Al parecer a Paula no la atraía mucho la idea de esta unión, pero al final acabó cediendo a la insistencia de su padre por que se celebrara este matrimonio.
Paula Guazo Martínez Atienza procedía de una familia de 19 hermanos, bien acomodada, su padre Antonio Guazo Cayon era un industrial cántabro y su madre Doña Agustina Martínez Atienza procedía de la provincia de Palencia. Esta familia se afincó en Madrid en la barrio de Carabanchel (entonces zona residencial, habitada en su mayoría por altos cargos militares).


Después de 10 años de matrimonio Paula enviuda con 28 años muriendo Don Fernando cuando contaba con 77 años. Doña Paula se queda al cargo de Mercedes, por expreso deseo del Marqués. Ella a la muerte de su padre contaba con 44 años, pasando a ostentar el título de Marquesa de la Corona y Cusano.

La desgracia quiso que Mercedes muriese al poco tiempo en Alicante , durante la guerra civil, dejando toda su fortuna a los pobres, la beneficencia.
En la actualidad, la residencia de ancianos que existe en nuestro pueblo se edificó en unos terrenos de su propiedad y en su honor esta se llama Residencia Mercedes Patiño.
La familia de los marqueses se ha caracterizado por sus donaciones al pueblo y las familias más humildes en múltiples ocasiones.

Esquela Hemeroteca ABC (Madrid) 18/04/1922 -Referencia al panteón familiar


Imagen del Panteón 2016

Paula, ya Doña Paula Martínez Atienza señora Marquesa viuda de la Corona, que no Marquesa de la Corona, pues el título como tal queda vacante, a la muerte de Mercedes fue una mujer muy inteligente, ambiciosa, valiente y en muchas ocasiones caritativa. A pesar de su mal carácter supo sacar buen provecho al título de su marido de manera que prefirió llevar siempre el título de viuda, que volverse a casar y perder el rango de Marquesa. De esta manera se puede decir que en cualquier punto de España era conocida, en las altas esferas civiles y militares, así se codeó y presumía por ello de ser buena amiga de la Reina Victoria Eugenia y su Majestad Don Alfonso XIII y de la Duquesa de Alba, con los que coincidió en numerosos eventos. Contando en su haber con la Gran Cruz de la Beneficencia, distintivo blanco, en aquella época esta condecoración solo disfrutaban de ella la Reina y Doña Paula. Hasta sus últimos días, Doña Paula mantuvo relaciones con los príncipes de España Don Juan Carlos y Doña Sofía, los cuales la felicitaban religiosamente todos los años las Navidades.

Durante la guerra civil colaboró muy activamente con el bando de los sublevados, hasta el punto de tener que refugiarse por motivos de seguridad en un barco en un punto estratégico en el Mediterráneo. En otra ocasión lo tuvo que hacer en la Embajada Turca, adoptando un nombre falso Carmen España. Durante la contienda fue nombrada Presidenta de la Cruz Roja Española.
Terminada la guerra civil la Marquesa viuda de la Corona , adquirió tal notoriedad que cualquier deseo suyo, eran órdenes para personas tan importantes como podían ser el Presidente del Gobierno Carrero Blanco, el Jefe del Estado Mayor Diez Alegría e incluso el Caudillo Francisco Franco.

En su faceta como mecenas , lanzó al estrellato al famoso torero Julio Aparicio (padre) y a la célebre cantante Celia Gámez. Esta quiso agradecerla su inestimable ayuda públicamente, a través del programa de televisión "Reina por un Día".

Estoy seguro que Paula, la joven profesora de piano, no pensó nunca lo que la iba a cambiar su vida, gracias a su matrimonio con el Marqués. Todo se transformó en un sueño maravilloso. El lujo, el poder y el disfrute de la vida se sembró a su alrededor. Un cuento hecho realidad.

Doña Paula Guazo Martínez Atienza falleció el 25 de marzo de 1975 a los 87 años.







Fuente: Palmira

Música:  Juan Crisóstomo Arriaga - Obertura de Los Esclavos Felices